Los autores de este volumen comparten una mirada
ponderada respecto del actuar policial, reconociendo
al mismo tiempo su valor positivo y gran potencial
en beneficio del ejercicio de los derechos y las
libertades, pero también los daños
y riesgos que tienen lugar cuando las corporaciones
los infringen. A ese respecto, no nos guiamos
por una actitud ni excesivamente crítica
ni extremadamente elogiosa. Las instituciones
policiales y las personas que las representan
construyen prácticas buenas, regulares
y malas, vistas desde el rasero del Estado democrático
de derecho y, detrás de ello, las razones
son complejas y requiren ser analizadas de manera
cuidadosa y profunda.
Ponemos a disposición del lector un texto
analítico y un instrumento didáctico
sobre el quehacer policial que se alimenta de
la experiencia comparada de diversos países
democráticos. Nuestro abordaje reconoce,
a modo de premisa tácita, que la policía
en México, como en América Latina
entera, debe progresar constantemente hacia su
modernización democrática.
El avance hacia una policía sujeta a las
reglas de la ley y respectuosa de los derechos
de las personas, implica garantizar la responsabilidad
de las conductas de la institución y de
cada uno de sus representantes. Para ello, es
necesario construir sistemas de responsabilización
policial que implican la existencia de controles
coherentes y complementarios y que requieren de
la participación de distintas instituciones.
El principal aporte a la responsabilización
policial debe hacerlo la propia policia, construyendo
un sistema de gestión adecuado, sumado
a la supervisión de la conducta de sus
propios miembros. La delgada frontera entre el
buen y mal uso de los poderes policiales deriva
en una exigencia de sólidos modelos de
gestión que, en buena parte de México
y la región latinoamericana, aún
están por construirse.
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