Lunes, 15 de Marzo de 2010
Violencia y Descontrol

Por Hugo Frühling

Las escenas de pillaje y vandalismo ocurridas en ciudades recientemente devastadas por un terremoto, que nos transmitió la televisión en vivo y en directo, trajeron hasta nuestros hogares la reacción airada, frustrada y adolorida de miles de compatriotas sumidos en el temor ante la violencia y el descontrol. También resquebrajaron nuestra autoimagen de ser una sociedad estable, legalista y ordenada.  ¿Acaso no nos enseñaron en el colegio que contábamos con un “Estado en forma” desde 1830?       

Los medios de comunicación traen diversos artículos de opinión respecto de lo sucedido. Algunos lo interpretan como la expresión natural del individualismo destructivo que nos corroe y cuyas manifestaciones más repudiables aparecen en situaciones límite como éstas. Por su parte, un columnista de La Tercera atribuye los saqueos al deterioro natural del principio de autoridad, socavado por el hecho de que bajo los gobiernos de la Concertación ha primado “la hegemonía ideológica de las doctrinas acerca de los derechos humanos, las cuales en muchos casos…  han sido llevadas a tales extremos de lenidad y obsecuencia, que entorpecen gravemente la determinación o voluntad del Estado para preservar el orden público”. A mí, sin embargo, las explicaciones citadas me parecen inadecuadas. Ni el individualismo ni tampoco la vigencia del Mercado son en si mismas incompatibles con virtudes cívicas, y con la autodisciplina. Algunas de las naciones      que admiramos por su respeto de los derechos de las personas y de la legalidad viven bajo el régimen del mercado y de la competencia.

La noción de que el orden público es incompatible con la vigencia de los derechos humanos constituye otra falacia que  es contradictoria con el sistema democrático e indefendible moral y empíricamente. Las policías más efectivas del mundo son también las de aquellos países que – horror de horrores- experimentan la hegemonía de las doctrinas de derechos humanos que tanto preocupan a nuestro columnista. Creo que el pillaje y los robos de las ciudades afectadas por el terremoto se explican más bien por el debilitamiento de la autoridad efectiva en las ciudades más afectadas por el sismo.

La Obediencia a la Ley

En general obedecemos la ley porqué la creemos legítima o, al menos,  porqué creemos que la mayoría cumple con las normas vigentes.  Por otra parte, el régimen legal depende del cumplimiento voluntario de las normas por parte de las grandes mayorías. Tal como los ingleses descubrieron en India, es difícil imponer un orden legal desobedecido por un porcentaje sustancial de los ciudadanos. Las situaciones de violencia se desatan muchas veces por la convicción de que la ley es violada por la mayoría de las personas, lo que simplemente disuelve su peso normativo. En lo que podríamos llamar el efecto contagio, las personas reflexionan que nada justifica su apego a estándares de conducta que son violados con frecuencia y frente a los cuales no existe una respuesta creíble del Estado. Cuando ello ocurre, cesa de existir el cumplimiento voluntario con las normas, que es la base del estado de derecho y se producen situaciones como las ocurridas hace algunos días.   

Lo que sucedió la semana pasada pudo deberse a que muchos percibieron que se había debilitado fundamentalmente la capacidad de las autoridades para aplicar la ley y que eran demasiados los que las violaban. La demora en aplicar el estado de catástrofe y su limitada aplicación inicial por parte de la fuerza militar contribuyó  a esa sensación. De allí que ciudadanos comunes y corrientes salieran a rapiñar televisores y otros bienes prescindibles. Frente a ello es de celebrar que haya regresado el  cumplimiento voluntario de las normas por parte de la ciudadanía. Para que ello sucediera no era  necesario ejecutar castigos arbitrarios ni disparar a los saqueadores como muchos parecen creer. Basta que las autoridades públicas muestren voluntad y capacidad efectiva para reducir la impunidad y que la mayoría ciudadana exprese su voluntad de obediencia a la ley. Es por ello que quienes fueron filmados  robando artículos de casas o negocios en Concepción y otros lugares deben ser llevados ante la justicia con pleno respeto para sus garantías procesales, pero sin vacilaciones ni excusas.  No para ejercer venganza respecto de ellos, ni porque la ley con sangre entra. Simplemente porque cuando las normas no se cumplen en grados aceptables, entran en desuso.  

 



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